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jueves, 19 de abril de 2018

La Filosofía y las Siete Artes Liberales (Iconografía en la filosofía medieval)


Esta imagen pertenece a un manuscrito ilustrado medieval (Hortus deliciarum) que fue compilado por Herrada de Landsberg, datado en el siglo XII y representa a la Filosofía y las siete artes liberales que derivan de ella.

El círculo exterior es la representación de la infinitud, la perfección, y es el círculo que abarca el conocimiento. En el círculo interior, a modo de núcleo, aparece en la parte superior la Filosofía, portando una corona formada por tres caras, representando correspondientemente la ética, la lógica y la física. De la Señora Filosofía nacen siete líneas, cada una representando una de las siete artes liberales. A su vez, ella está sosteniendo un escrito en sus manos, que es el siguiente: “Omnis sapientia a Domino Deo est; soli quod desiderant facere possunt sapientes” (Toda la sabiduría emana del Señor Dios; sólo los sabios pueden hacer lo que desean).

Bajo ella, se encuentran en una posición de enseñanza y aprendizaje dos de los grandes filósofos clásicos: Sócrates y Platón.

Alrededor de la filosofía, rodeando el círculo interior, están las distintas personificaciones de las siete artes liberales, que en la Edad Media se dividían en dos grupos: Trivium (Gramática, Dialéctica y Retórica) y Cuadrivium (Geometría, Aritmética, Astronomía y Música).

En la parte superior, sobre la cabeza de la filosofía, se encuentra la Gramática, sosteniendo en sus manos un libro y un manojo de espigas, concretamente cinco, que se relacionan con la simplicidad, la perfección, la infinidad, la inmutabilidad y la unidad.

Siguiendo la dirección de las agujas del reloj, encontramos entonces la Retórica sosteniendo un lápiz y una tablilla para escribir en ella. La siguiente, la Dialéctica se nos presenta sujetando la cabeza de un perro a modo de simbolizar los enfrentamientos mediante la refutación de argumentos. Mientras que, hasta ahora, hemos visto que la Gramática y la Retórica tenían posiciones más bien estáticas, la Dialéctica se muestra más activa, como si estuviera discutiendo con alguien. Estas serían las personificaciones de los tres saberes del Trivium.

Gramática
Retórica
Dialéctica

Si seguimos bajando, nos encontramos ahora con la Música, una figura característica y fácil de reconocer por los instrumentos que sujeta y que la rodean. La Aritmética parece agarrar en sus manos lo que podría ser una cinta métrica. La Geometría, a su lado, tiene en una mano una vara que se utilizaría como regla y un compás. Finalmente, la representación de la Astronomía aparece mirando al cielo, representado por un puñado de estrellas sobre ella. 

Aritmética


Geometría
Música
Astronomía




Para terminar, se pueden ver cuatro figuras en la parte inferior que se encuentran fuera del círculo, lo que significa que no participan en el verdadero conocimiento, es decir, no llevan a cabo la ciencia verdadera.

miércoles, 18 de abril de 2018

"La Consolación de la Filosofía"

Alegoría de Filosofía (Giacinto Brandi)
“Toda generación y toda evolución en los seres sometidos a diferentes cambios tiene sus causas, su disposición y sus formas en la inmutabilidad de la inteligencia divina. Desde la ciudadela de su simplicidad, la inteligencia divina ha trazado un plan para poner en marcha los múltiples acontecimientos. Visto este plan en la puridad de la inteligencia de Dios, se llama Providencia. Si lo contemplamos en relación con las cosas que mueve y controla, los antiguos lo llamaron Destino. Cualquiera que examine con los ojos del espíritu la fuerza de ambos, comprenderá claramente la diferencia entre Providencia y Destino.
Providencia es la misma razón divina que todo lo dispone y que reside en el origen último de todas las cosas. Destino, por su parte, es el orden establecido inherente a las cosas sometidas a cambio y el nexo por el que la Providencia une todas las cosas y las sitúa en su propio lugar.” -La Consolación de la Filosofía (Boecio).


“La Consolación de la Filosofía” es una obra del filósofo Boecio (480 – 524) escrita mientras estaba encarcelado y esperaba el juicio. En ella, se le aparece la Filosofía personificada como una mujer que él describe con los “ojos de fuego”, “manos delicadas”, con la letra “pi” griega en la parte inferior del vestido unida mediante peldaños a modo de escalera a la letra “theta”, en la parte superior del mismo, agarrando un libro y un cetro en las manos.

Óleo de Mattia Preti 
Boecio no entiende por qué ha caído en desgracia y la Filosofía, entre otras cosas, le explica como funcionan el Destino y la Providencia, que quizá se confundan en una sola cosa en la mente de los hombres, pero en realidad son dos distintas. Mientras que la Providencia es la razón divina, el resultado del plan simple que Dios ha creado, el Destino es aquello cambiante y múltiple donde se lleva a cabo dicho plan en todas las criaturas del universo. Así, la Señora Filosofía le describe círculos que se van a alejando del centro, al cual lo define como la “primera y suma inteligencia” o “el bien supremo”. Las características de ese centro son la simplicidad, indivisibilidad, unicidad, inmutabilidad y totalmente libre del Destino, pues es ese centro el que dirige las cosas sujetas a cambio.

Sin embargo, a medida que se va uno desplazando hacia los círculos más alejados, más atrapado se ve en las redes del Destino.

El centro, que representa la unidad, que es hacia donde debe tender uno, se identifica con lo estable, mientras que aquello alejado representa la inestabilidad.

Estas ideas encontradas en los fragmentos de Boecio tienen una gran carga platónica. En el Símil de la Línea que nos presenta Platón se puede ver como el máximo conocimiento al que debe aspirar el filósofo es a la idea del Bien, y para ello hay que “superar” los obstáculos de la multiplicidad de las cosas del mundo sensible, las imágenes, las copias. Esta ascensión hacia el conocimiento puede corresponderse en cierta manera al acercamiento de la razón divina, es decir, el centro a donde debe dirigirse uno para encontrar la estabilidad.

De la misma forma, esta dicotomía entre lo uno y lo múltiple, vinculando la unidad a la perfección y, por tanto, a lo positivo, y a lo múltiple a lo imperfecto y, por tanto, negativo, también se encuentran en los pares de opuestos que crean los pitagóricos. Donde se encuentra el Uno también está lo limitado, los números pares o lo masculino mientras que en el grupo de lo múltiple se encuentran los impares, lo ilimitado o lo femenino.



lunes, 9 de abril de 2018

El problema del pensamiento medieval


Desde nuestra posición como herederos del pensamiento moderno y de las grandes ideas de la Ilustración, tendemos a rechazar la filosofía producida en la Edad Media pues la percibimos alejada de nuestra cultura. La revolución intelectual que trajo consigo el siglo XVIII, denominado el Siglo de las Luces, recuperó y se nutrió del pensamiento clásico, sintiendo hoy en día mucho más cercanos a nosotros a pensadores como Aristóteles o Platón que a Santo Tomás o San Agustín. Mientras que el saber antiguo se concibe como el “comienzo del conocimiento”, el pensamiento medieval tiene la mala fama de ser una época en la que no se produjo verdadera filosofía, sino que fue más bien un período de documentación y compilación de la filosofía anterior, repitiendo y siendo una prolongación de este saber antiguo.

Extracto de "Las siete artes liberales" de Herrada de Landsberg

Además de todo esto, a los escolásticos se les acusa de no ser verdaderamente intelectuales pues todo el conocimiento que poseían lo extraían de los libros y no se enfrentaban a su realidad, sino que más bien elaboraban comentarios de texto sobre el pensamiento de los autores anteriores.

Hay que sumarle el hecho de que no hay nada que defina a la edad media como objeto histórico -hay que tener en cuenta que abarca nada menos que diez siglos-. Mientras que sabemos con cierta exactitud y detalle el estilo de vida y el contexto y situaciones en las que se encontraban los filósofos clásicos, no ocurre del mismo modo en el caso de la Edad Medieval. Pero entonces se plantea otra cuestión importante: ¿lo que se llevó a cabo en la Edad Media lo convierte automáticamente en pensamiento medieval?

A estas preguntas también se añaden la dificultad en sí misma que presenta el estudio del pensamiento medieval: se conservan pocas obras, existen listas de autores, pero sin obras atribuidas a los mismos, y el hecho de que algunos manuscritos son considerados buenos por el mero hecho de que su propietario pudo permitirse que fuera copiado y conservado.

¿Significa todo esto que no puede encontrarse ninguna actualidad en el pensamiento medieval? ¿Es inútil el estudio de los medievalistas?

Podría decirse que se tiene una concepción de la filosofía medieval bastante sesgada y reducida, una comprensión limitada de lo que realmente es. Por ejemplo, se tiende a vincular lo medieval instantáneamente con el cristianismo.

Teorías producidas durante la época medieval, como es el caso de la teoría de la referencia, que dejó de tenerse en cuenta hasta hacerla desaparecer.

El medievalista debe reconocer y analizar estos aspectos de continuidad y discontinuidad presentes en la historia del pensamiento.