Alegoría de Filosofía (Giacinto Brandi) |
“Toda
generación y toda evolución en los seres sometidos a diferentes cambios tiene
sus causas, su disposición y sus formas en la inmutabilidad de la inteligencia
divina. Desde la ciudadela de su simplicidad, la inteligencia divina ha trazado
un plan para poner en marcha los múltiples acontecimientos. Visto este plan en
la puridad de la inteligencia de Dios, se llama Providencia. Si lo contemplamos
en relación con las cosas que mueve y controla, los antiguos lo llamaron
Destino. Cualquiera que examine con los ojos del espíritu la fuerza de ambos,
comprenderá claramente la diferencia entre Providencia y Destino.
Providencia
es la misma razón divina que todo lo dispone y que reside en el origen último
de todas las cosas. Destino, por su parte, es el orden establecido inherente a
las cosas sometidas a cambio y el nexo por el que la Providencia une todas las
cosas y las sitúa en su propio lugar.” -La Consolación de la Filosofía (Boecio).
“La Consolación de la Filosofía” es una
obra del filósofo Boecio (480 – 524) escrita mientras estaba encarcelado y
esperaba el juicio. En ella, se le aparece la Filosofía personificada como una
mujer que él describe con los “ojos de fuego”, “manos delicadas”, con la letra “pi”
griega en la parte inferior del vestido unida mediante peldaños a modo de
escalera a la letra “theta”, en la parte superior del mismo, agarrando un libro
y un cetro en las manos.
Óleo de Mattia Preti |
Boecio no entiende por qué ha caído en
desgracia y la Filosofía, entre otras cosas, le explica como funcionan el
Destino y la Providencia, que quizá se confundan en una sola cosa en la mente
de los hombres, pero en realidad son dos distintas. Mientras que la Providencia
es la razón divina, el resultado del plan simple que Dios ha creado, el Destino
es aquello cambiante y múltiple donde se lleva a cabo dicho plan en todas las
criaturas del universo. Así, la Señora Filosofía le describe círculos que se
van a alejando del centro, al cual lo define como la “primera y suma
inteligencia” o “el bien supremo”. Las características de ese centro son la
simplicidad, indivisibilidad, unicidad, inmutabilidad y totalmente libre del Destino,
pues es ese centro el que dirige las cosas sujetas a cambio.
Sin embargo, a medida que se va uno
desplazando hacia los círculos más alejados, más atrapado se ve en las redes
del Destino.
El centro, que representa la unidad, que
es hacia donde debe tender uno, se identifica con lo estable, mientras que
aquello alejado representa la inestabilidad.
Estas ideas encontradas en los fragmentos
de Boecio tienen una gran carga platónica. En el Símil de la Línea que nos
presenta Platón se puede ver como el máximo conocimiento al que debe aspirar el
filósofo es a la idea del Bien, y para ello hay que “superar” los obstáculos de
la multiplicidad de las cosas del mundo sensible, las imágenes, las copias.
Esta ascensión hacia el conocimiento puede corresponderse en cierta manera al
acercamiento de la razón divina, es decir, el centro a donde debe dirigirse uno
para encontrar la estabilidad.
De la misma forma, esta dicotomía entre lo
uno y lo múltiple, vinculando la unidad a la perfección y, por tanto, a lo
positivo, y a lo múltiple a lo imperfecto y, por tanto, negativo, también se encuentran
en los pares de opuestos que crean los pitagóricos. Donde se encuentra el Uno
también está lo limitado, los números pares o lo masculino mientras que en el grupo
de lo múltiple se encuentran los impares, lo ilimitado o lo femenino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario