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martes, 15 de mayo de 2018

Manuscritos de Nag Hammadi

Evangelio de Tomás
(Uno de los papiros hallados en el Alto Egipcio)


 En 1945 tuvo lugar en una zona montañosa del Alto Egipcio el descubrimiento de doce códices y parte de un decimotercero en una jarra de cerámica que son denominados los manuscritos de Nag Hammadi por haber sido hallados cerca de la población con ese mismo nombre. Estos textos se identificaron con los primeros siglos de la era cristiana y se entendieron como parte de los evangelios del cristianismo primitivo y, más concretamente, con la corriente gnóstica del cristianismo que sería considerada herética por la iglesia ortodoxa.

Se supo más tarde que estos textos pertenecían a la traducción copta hecha 1500 años atrás (300-400 d. C) cuyos originales debieron estar escritos en griego y los dataron aproximadamente entre el 120-150 d. C, posteriores al Nuevo Testamento (60 – 110 d.C). Sin embargo, algunos rechazaron la idea —basada en que, si los textos gnósticos habían sido considerados heréticos debían ser posteriores al NT— para afirmar que pertenecían a tradiciones incluso más antiguas (50 – 100 d.C).

Sabemos que el cristianismo fue una religión perseguida en el Imperio Romano hasta que, en el siglo IV, el emperador Constantino llevó a cabo su conversión y el cristianismo pasó de ser perseguido a ser la religión aceptada y oficial, de manera que los altos cargos (obispos, sacerdotes, diáconos) comenzaron a ostentar el poder y ellos dijeron poseer la “verdadera fe”, con la diferencia de que ahora estaban respaldados por el estado. Así pues, aquellos puntos de vista que no congeniaban con la fe que ellos predicaban, no solo se consideraban herejes, sino que además esta herejía devino delito.
Se dice que esa es la razón por la que un monje del Alto Egipto decidiera esconder los manuscritos encontrados en Nag Hammadi, pues los libros eran destruidos.

Existen diversas teorías entorno al cristianismo “gnóstico” que relatan los manuscritos encontrados. Como comienzo, destacar el significado de la palabra “gnosis”, que en griego define el “conocimiento”, entendido como una “intuición”. El conocimiento de uno mismo era el punto de partida, y con eso se llegaba al conocimiento de Dios, identificado con el autoconocimiento. El cristianismo ortodoxo, en contraposición, presenta la figura de Dios como alejada del yo. De la misma forma, el gnosticismo nos muestra a Jesús como un igual a los demás hombres de la Tierra, mientras que el cristianismo hegemónico lo hace como el señor e hijo de Dios, alaba su espíritu divino y lo diferencia del resto de seres humanos.

Entre estas y otras convergencias circula el debate acerca del por qué de la prohibición de esta corriente acerca de la cual versan muchos estudios y sobre el cuál no se ha llegado a una unanimidad. Se habla de influencias orientales como el budismo, de herencias en el judaísmo e incluso en la filosofía griega. Se discute incluso si el gnosticismo se trataría de un movimiento precristiano, independiente del mismo, con una influencia en su mayoría pagana.

Lo que sí debemos tener en cuenta es que la tradición cristiana que conocemos es una “pequeña selección de fuentes específicas” elegidas según unos intereses por parte de las instituciones, ya no solo intereses religiosos, sino políticos y sociales.

En este enlace se puede acceder a la lista de manuscritos que componen la Biblioteca de Nag Hammadi: http://escritosdelcristianismoprimitivo.com/Codices-de-Nag-Hammadi/.

Bibliografía: PAGELS, E. (2015) Los evangelios gnósticos. Editorial Planeta. Barcelona.


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